Dijo Confucio que “cometer un error y no corregirlo es otro error”. Y Chaplin elevó el error a la categoría de virtud al decir «Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme”.
Y ocurren, es innegable. Cosas pensadas ayer que hoy se ven de forma del todo distintas. Así, (a veces por fortuna) somos los homo sapiens.