El planeta de los microbios

Hoy hablaré de algo que sale de las líneas argumentales de mi blog, de lo que no soy experto, es más,  soy mero ignorante, pero que me preocupa, como a todos.

Y lo hago porque creo que los expertos han especializado su conocimiento hasta el punto de orillar la vision del conjunto. Por supuesto, los dirigentes están del todo desorientados.

El coronavirus, se dice, es un agente infeccioso. Quizás esto haya que replantearlo. Pongamos que está Ud. en su casa desde hace años, un vecino se cuela por la ventana e, inmediatamente, Ud. le dice que se vaya ¿quién es el invasor?

corona

Lo primero que hay que aclarar es que La Tierra está habitada por seres microscópicos del tipo virus, bacterias, priones, hongos, gusanitos y demás «cosas» (podemos llamares vectores) desde hace algo más que el ser humano. Parece ser que el primero en elegir esta residencia se ha bautizado  con el nombre de LUCA (last universal common ancestor), y vivió hace 4.200 millones de años. Nosotros (los supuestamente sapiens) estamos aquí desde hace 300.000 años. Eso siendo generosos y  esto, dando por válido un reciente descubrimiento que sitúa nuestro origen en Marruecos, cerca de Marrakech. Para hacernos una idea, si nuestra existencia como género humano hubiera durado un parpadeo (aproximadamente una tercera parte de un segundo), estos bichos llevan cuatro horas aquí.

Se dirá que esto de primero en el tiempo, mejor en el derecho no es cierto, (Prior tempore potior iure), hemos llegado más tarde, pero la tierra es nuestra.

Bien, pero téngase en cuenta que la cantidad de estos individuos es casi incuantificable, habitan junto a nosotros trillones, cuatrillones, quinquillones,… no se sabe,  de diversos modos y maneras.  Han ocupado absolutamente cualquier resquicio de la troposfera. Nosotros, los humanos, sólo somos 7.000 millones. Por cierto, y pico, pero con un pico indescifrable.

Lo más interesante es que estos trillones de virus y bacterias están permanentemente modificando su naturaleza, recombinándose y generando nuevas especies a todo trapo. Hoy, casi infantilmente, decimos que mutan su ADN. Sospecho que el fenómeno es más complejo. Es la teoría de la Evolución de Darwin, pero a tiempo real, con trillones de agentes, y con estructuras vitales mucho más sencillas que aquellas que estudió el genial científico. ¿Y la finalidad?, no la necesitan. Ya lo explicó Chaplin en su obra, Candilejas (Timelight) en esta conversación al principio del film:

«Clarie bloom – ¿Por qué no me dejó morir?-  Charlie Chaplin – ¿Qué prisa tiene? ¿Siente algún dolor? Es lo único que importa. Lo demás es fantasía. Millones de años hemos tardado en ser conscientes de esto y usted quiere olvidarlo, desmentir el milagro de la existencia, lo más importante de todo cuanto hay en el universo. ¿Qué hacen las estrellas? Nada salvo seguir en sus ejes. ¿Y el sol? Lanzando llamas a millones de km, ¿y qué? Desperdicia sus recursos. ¿Puede pensar, el sol? ¿Es consciente? No! Pero tú sí.»

Sólo una aclaración, quizás ese sol sea, además, la causa del fenómeno vida como procedimiento causante  físico de la necesidad de evacuar energía. Se trataría de reformular la teoría entrópica… No me extiendo en esto.

Los virus, simplemente existen, se reproducen aprovechando otros seres y modifican constantemente su forma de ser. Experimentan, esta palabra es importante, cada milisegundo, cada instante se crea un nuevo virus por medio de la mutación, heredero de LUCA, que es diferente a cualquier otro y que está dispuesto a colonizar el mundo como un pequeño dictador. No es que sean malos, es que son así.

Hay que entender que esos pequeños dictadores no solo están ahí y se modifican a sí mismos, sino que propenden a adecuar su escenario.  Así, hace 3.400 millones de años los seres que habitaban la tierra (bacterias, seguramente) «decidieron» que no les gustaba el color del cielo, el del mar tampoco les satisfacía sus inexistentes retinas. Así que cambiaron TODA la atmósfera cepillándose el metano existente e inundándolo con oxigeno y dióxido de carbono. Asunto concluso.

Es más, decidieron que era romántico que cayera agua del cielo, y crearon la lluvia. Así, una bacteria, la Pseudomonas syringae se especializó en generarla. Hay gente para todo.

En ese reinado absoluto de lo microscópico aparecieron bichos un poco más grandes, impropiamente llamados superiores. La historia animal y vegetal es más o menos larga, dependiendo de con qué se compare. No me extenderé en explicitar el fenómeno de génesis de especies en estos, pírricos, 150 millones de años, una bagatela. Curioso el caso de una especie de rata fea, peluda, que aprovechó el vacío que dejaron los dinosauros, para, cargada de piojos y sarna, ocupar nuevos territorios. Esa rata fue el origen de los mamíferos (70 millones de años: no llega a los cuatro segundos, si seguimos el ejemplo del parpadeo y la existencia humana). Magníficamente representada por mi adorada Scrat.

dino

Pues bien, esos mamíferos, como cualquier otro ser aparecido en este, el planeta de los microbios, dependía (y depende) total y plenamente, del conjunto de virus y bacterias. Ruego me disculpen si no entro al trapo de si los virus son seres vivos, yo lo veo claro, viven a través de otros (así, entre otros Patricio Forterre). Nace, se alimenta, reproduce, crece y fallece, sólo imbuido en un marasmo (no bien conocido) de bichitos de todo tipo, a los que, con desfachatez y desprecio, llamamos patógenos.

Quede muy claro: no hay existencia posible de ningún mamífero sin la presencia de un buen manojo de estos seres. De hecho, hay más bacterias en nosotros que células humanas (43% humano, frente al 57% bacteriano). Habitan en nuestro interior y nos proporcionan vitamina K, vitamina B12, folato y biotina, digieren la comida, y hacen mil cosas que desconocemos. Así visto, la moda de la asepsia, es decir, de la limpieza antibacteriana, es una insensatez.

Es más, nuestro ADN es, en al menos un 8%, de origen vírico, como afirma David Quammen. Se trata del HERV, retrovirus endógenos humanos. Esa parte es fundamental, dado que permite cositas como la gestación o la memoria (son las proteínas sincitina y el gen ARC). Somos ellos.

Según algunos teóricos, somos agrupaciones de microbios especializados. Algo así como si un águila se asocia con un gato (relación simbiótica) hasta el punto en el que queden unidos genéticamente y tengan aguigatos. Es la teoría simbiogenética (perdón por el ejemplo, sé que no es muy científico).

Recapitulemos, están aquí desde mucho antes que nosotros, la realidad está hecha a su gusto, no podemos vivir ellos, somos, en buena parte ellos. Y, ahora resulta que si algunos de ellos permanecen en nuestros cuerpos un poco más de lo que nos resulta cómodo decimos que es una invasión, una infección o una enfermedad.

Veamos esto de la enfermedad. Los mamíferos surgen como experiencia piloto con un nuevo sistema de protección, respiración pulmonar, sangre caliente, pelo,… una serie de «criterios de supervivencia». El reino microscópico se relaciona con él enviando sus pequeños dictadores continuamente. Lo mamíferos se adaptan y relacionan con esos seres. Integran su ADN y se produce la transferencia horizontal de genes. Disponen de Linfocitos T, macrófagos, antivirales, y también, concentraciones salinas, temperaturas, iones, niveles de PH, ritmo pulmonar. Todo ello para lograr un  equilibrio interno. Curioso que el sistema inmunológico o inmunitario (esto último me parece más correcto) se define así, equilibrio interno, ninguna referencia a la ausencia de bichos. Eso es la salud, nuestra salud, la que consiste en que lo bichos entran, salen y se relacionan con nosotros. De vez en cuando «algo» hace de se nos inflame, necrose, salive o, en cualquier forma, altere algún órgano nuestro.

Resulta que el mamífero (Scrat) mantiene ese equilibrio y se reproduce. Unos hijos tienen hijos y otros no. Esa rata es tributaria del sistema de reproducción sexuada, el cual es procedimiento verdaderamente genial por cual, cuando un ser vivo se reproduce, no lo hace generando un vástago igual que él (eso se llamaría mitosis), sino a medias con otro de la misma especie (previa meiosis), y además,  se asegura de que el nuevo ser: 1.- Es un novísimo experimento que conjuga su ser con ese otro: siempre hay que seguir investigando. 2.- El otro ser con el que se conjuga, no sólo ha sobrevivido cierto tiempo (madurez), sino que ha demostrado calidad en esa supervivencia, llegando a copular. 3.- Parte de su acerbo genético queda guardado como fenotipo para generaciones futuras y seguir experimentando. Además, eso del sexo, gusta.

Es decir, hay 7.000 millones de homo sapiens genéticamente distintos unos de otros, cada uno dispuesto a repoblar la tierra con su forma de ser. Somos 7.000 millones de experimentos biológicos.

Pero recordemos que los verdaderos experimentadores son los otros, los virus y bacterias. Y estos, a su vez, experimentan con nosotros. Como lo vienen haciendo con los «seres superiores» bastante tiempo. Quizás por eso desaparecieron los homo erectus de Asia, el hombre del Florez, Nearthental, el de la cueva del ciervo rojo, el de denísova, (todos ellos exterminados en los últimos 100.000 años, convivían es esta tierra). Eran varios tipos (homínidos) muy parecidos a nosotros. Harari trata la cuestión de la desaparición de los homínidos en su libro «Sapiens». No estamos seguros del motivo de su extinción. El lector pensará que eran menos listos que nosotros y que no los cepillamos. Yo no lo creo.

También hace 4.500 años la mayoría de los europeos, especialmente los varones, fueron aniquilados.  Vino a sustituirle el Yamna de la Estepa rusa. No está claro si hubo violencia, esta cuestión es en la actualidad muy discutida, pero no puedo evitar pensar en que algún bicho haya hecho de las suyas. Sí está claro que alguno de esos fue el que vació la América recién descubierta por los españoles.

Sospecho, por tanto, que son los dioses de la tierra (los microbios), los que han hecho desaparecer especies desde siempre, en concreto, varias de homínidos. En los ultimísimos años tan sólo han diezmado al ser humano (por suerte), el cual, dispone de un sistema de convivencia con los microbios en su interior y su exterior que denominados sistema inmunitario.

Téngase en cuenta que diezmar es reducir en una décima parte, un diez por ciento. La gripe española sólo mató a entre el 3 y 6 por ciento de la especie. La peste bubónica pudo ser el 25%. La viruela, una campeona hasta hace poco, 500 millones en sus últimos 100 años de existencia. En fin, son muchas…

El caso es que los sapiens hemos sobrevivido. Quizás por machacar a otros, quizás por hibridarnos (tener descendencia común) y diluir su ADN, o quizás porque los otros homínidos fueron fulminados por un cataclismo natural, como se ha propuesto respecto del volcán Toba, o (y ahí entro yo) por un caprichoso dictador microscópico.

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Aquí se ve lo que significó la catástrofe de Toba

No parece que tengamos más neuronas que los denisova ni los nearthental. Además, eso da un poco igual. Hace algunos años se descubrió una persona que hace vida normal con un cerebro reducido a la mitad de su tamaño. La estructura mamífero es casi idéntica para todos, y más entre los homínidos. Incluso un chimpancé o un bonobo (más lejanos que el resto de los homínidos) comparten un 99% del ADN con nosotros.

Harari sostiene que los sapiens tenemos invenciones sociales colectivas puramente imaginarias que nos afectan a vida real, como el concepto de estado, o de autoridad. Ello nos permite organizar colectividades de más de 100 individuos, incluso naciones, lo cual nos hizo más fuertes que ellos.

Esa imaginación colectiva nos diferenció de otros homínidos y nos dio pie a crecer.

No puedo evitar relacionarlo con la teoría de Hernando de Soto que dice lo siguiente:

En los países ricos del occidente, en cambio, las tierras, las construcciones, los equipos, todo se encuentra plenamente representado en un documento de propiedad, que es el signo visible de un proceso oculto que conecta a tales recursos con el resto de la economía. Gracias a este proceso de representación, los activos pueden llevar una vida paralela a su existencia material»

Los humanos le damos valor real a cosas que no existen en la realidad fáctica (como los bitcoins, un nombramiento oficial o algo llamado Ley) que nos condicionan y  nos hacen ser más o menos. Matamos por ello.

Quizás, el hecho de que seamos una civilización, es decir, una colectividad con conocimientos acumulados (un acervo), una organización con unos medios de comunicación, unas creencias, unos importantes medios económicos y médicos, ante una amenaza brutal, hayamos podido reaccionar inteligentemente en otras épocas. Así, por ejemplo, durante la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348 un grupo de diez jóvenes huyeron de la plaga y surgió el Decameron, una preciosa obra de la literatura. Ese tipo de actos hicieron que la humanidad sobreviviera.

Sugiero que el «equilibrio» (la salud) se consigue cuando se «aprende». Trillones de virus y bacterias que interactúan entre ellos y con el ambiente, que, se modifican, de vez en cuando, «saltan» a otra especie. No nos matan demasiado rápido, nos ocupan (contagian) y se vuelven a transmitir a otros por nuevos procedimientos. ¿Un bicho que donde más dura es en el plástico, un material creado por el hombre?. Además salta a los gatos sin problemas, incluso a los perros. Es un diseño, de nuevo, genial.

Me quedo con esta frase de la peli «Guerra mundial Z»:

 La madre naturaleza es una asesina en serie. Nadie la supera, nadie es más creativo. Pero como todos los asesinos en serie, no puede evitar la necesidad de ser atrapada, ¿de qué servirían esos crímenes si nadie se lleva el mérito?

Ellos han aprendido ocupar nuestros cuerpos, incluso ahora, que llevamos un telefóno inteligente en la mano. Nosotros tenemos que aprender un nuevo equilibrio. Pero ojo, uno, vamos mal de tiempo (para ellos somos un parpadeo) y, dos,  cuando matan, matan. Cada muerte es un drama espantoso, pero, en perspectiva, 275.000 fallecidos (que es por donde vamos) es un 0,003929% de la población mundial, menos de un parpadeo. Si este bicho, SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19 es de los geniales, puede haber un verdadero cataclismo.

Quiero decir que si este bicho es verdaderamente malo, lo único que hemos hecho (lo cual está muy bien y había que hacerlo) es retenerlo o retrasarlo un poco. Su destino «natural» es aniquilar como la peor de las plagas bíblicas. Ya está entre nosotros, o entre nuestros gatos o perros, o en cualquier otro reservorio. De modo totalmente artificial hemos contenido la primera ola.  A menos que encontremos una solución médica contundente (lamento decir que no la veo a corto plazo), ha venido para quedarse y está diseñado para disparar su contagio en poco tiempo. Sólo nos puede salvar de modo definitivo (quitando la vacuna o el tratamiento sintomático) la inmunidad de rebaño. Esta inmunidad tiene un curso normal que está ahora ralentizado.

Nos queda lo que no tienen otros seres vivientes en este planeta. No tienen normas, ni economía, no tienen leyes que se pueden cambiar y adaptar para evitar el contagio. Esas leyes deben ser la razón, en vista del bien común y promulgada por el que tiene al cuidado la comunidad  (Santo Tomás de Aquino). El Gobierno tiene el deber de utilizarlas para salvar nuestra vidas. Es parte de su contrato, del contrato social (Rousseau). Tengo la sensación de que se está incumpliendo (en parte) ese contrato.

Dicho esto, pienso que las normas deben permitir la evolución de nuestra relación con los microbios, debemos seguir en contacto con ellos, contagiándonos de virus y bacterias, de no ser así, perderemos la capacidad de inmunitaria individual. Pero, a su vez, deben mantenernos aislados de este novísimo dictador (el coronavirus) hasta que adquiramos el mismo modo de equilibrio homeostático que los virus que conviven con nosotros.

No es tarea fácil y no me gustaría estar en los zapatos del gobernante. Pero no debe saltarse el concepto de Derecho, la Ley, con su control judicial, con su legitimidad (invento social), sus «checks and balances», su publicidad, su credibilidad, son fundamentales para desarrollar en este proceso artificial.

Autor: patricionotario

Notario en Alcalá de Henares

3 opiniones en “El planeta de los microbios”

  1. Muy buena reflexión,se lo voy a enviar a mi hija que esta en tercero de universidad.Lo tratas desde un punto de vista diferente,nadie en tv se atrevería a dar este enfoque.Es genial que un Notario de Letras ,le interese tanto la parte científica. Felicidades por tu blog.

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